Fausto, hombre de ciencia desengañado y cansado de la vida, va a suicidarse. Se le presenta el diablo, Mefistófeles, humorista y elegante, que le enseña el retrato de una hermosa mujer y promete rejuvenecerlo y entregársela si Fausto se compromete a entregar a Satanás su alma. Fausto acepta la proposición, y en el acto se transforma en un apuesto joven. Mefistófeles va a una feria donde, entre estudiantes, muchachas, soldados y otras personas, realiza una porción de proezas mágicas, hasta el punto que todos se dan cuenta que es el demonio y lo ahuyentan con la cruz de las espadas. Valentin se lamenta de que tiene que ir a la guerra y dejar sola a su hermana Margarita. Llega Fausto, y allí conoce a ésta, que es la mujer del retrato. Se ofrece a acompañarla, pero ella se ruboriza y no acepta, ya que se estima de categoría social inferior a él. El joven Siebel, enamorado de Margarita, prepara un ramo de flores. Flor que toca se marchita. Hasta que, sospechando que en ello intervenga arte diabólico, moja los dedos en agua bendita y se deshace el encantamiento. Coloca el ramo de flores junto a la puerta de su amada. Mefistófeles entrega a Fausto unas joyas para que obsequie a Margarita. Las joyas quedan junto a la puerta de la casa, al lado del ramillete de Siebel. Sale Margarita y se recrea con las flores y las joyas. Marta, una amiga suya, llega cuando aquella se ha puesto las joyas. Se presentan Mefistófeles y Fausto. El primero dice a Marta que le trae noticias de su marido, que ha muerto en tierras lejanas, y empieza a galantearla para que Fausto pueda dedicarse a Margarita. Éstos pasean por el jardín, y pronto se juran amor eterno. Margarita se retira; pero a poco se asoma a una ventana y expresa su afán de que acabe pronto la noche para ver nuevamente a Fausto. Y Mefistófeles ríe ante el primer abrazo.
Un año después, Fausto ha seducido y abandonado a Margarita. Solo Siebel continúa siéndole fiel. Margarita busca refugio en Dios, y reza para consolarse. Mefistófeles le sugiere idea de desesperación. Vuelven los soldados victoriosos, vuelve Valentín, se entera de la desgracia de Margarita. Valentín ataca a Fausto, que pelea débilmente, pero vence, gracias al auxilio de Mefistófeles, y mata al hermano de Margarita, que muere maldiciéndole. Fausto es transportado a una caverna de reinas y cortesanas: Elena, Friné, Cleopatra, Aspasia, Lais, Las Esclavas Nubias.. Mefistófeles promete proveer a Fausto con el amor de las más grandiosas y hermosas mujeres de la historia. Fausto tiene una visión de Margarita: ha perdido el juicio y ha dado muerte a su hijo. Se encuentra en una prisión, condenada a morir. Fausto va a buscarla y le propone fugarse a Margarita. Ésta reconoce a su amante, pero no se da cuenta de la situación, y se dedica a recordar los felices momentos de sus amores. Llega Mefistófeles y, horrorizada, Margarita pide a Dios perdón y salvación. Se desespera Mefistófeles porque Fausto no se haya llevado a aquella. Pero la muchacha ve ya un coro de ángeles, que se lleva su alma al cielo, y Fausto, desesperado, desciende al abismo con Mefistófeles.