Enzo Grimaldo ha sido desterrado de Venecia y vive allí disfrazado de marinero. Es el amante de La Gioconda, cantante callejera de baladas, pero él ama a Laura, esposa de Alvise Badoero, gran consejero. Barnaba, un espía que desea a La Gioconca pese a ser rechazado por ella con vehemencia, reconoce a Enzo y lo denuncia al consejo. Al borde de un navío, y auspiciado por Barnaba, se reencuentran Enzo y Laura. La Gioconda los encuentra y se enfrenta a ellos, pero reconoce en Laura a la mujer que salvo a su anciana madre ciega cuando fue acusada de brujería (también a instancias de Barnaba). La Gioconda les advierte de la llegada del espía para arrestarlos. Laura escapa y Enzo prende fuego a su nave y se marcha con Gioconda. Alvise, sin embargo, ha descubierto la relación entre su mujer y Enzo, y la obliga a tomar un veneno, pero la Gioconda lo sistituye por un somnífero y la hace llevar con ella, donde Enzo debe encontrarla. Para salvar a Enzo y a Laura, Barnaba promete entregar su cuerpo a Barnaba esa noche. La Gioconda recibe el cuerpo de Laura aún dormida. Al llegar Enzo, Laura despierta y la pareja se marcha junta. Gioconda toma el veneno que estaba destinado a Laura. Al llegar Barnaba esperando cobrar su recompensa encuentra a Gioconda agonizante. Furioso, en un último gesto de venganza Barnaba le dice al oído que la noche anterior estranguló a su madre ciega, pero Gioconda ya ha muerto.