Previo a la Revolución Francesa, Gérard es sirviente en la casa de la Condesa de Coigny, y prepara una fiesta para la nobleza. Magdalena, hija de la Condesa, de carácter caprichoso y delicado, protesta por tener que arreglarse para la fiesta. Llega el momento de recibir a los invitados, entre los que se encuentra Andrea Chènier. La Condesa pide a Chènier que recite algo y termina improvisando algunos versos que conmociona a Magdalena. Gérard conduce a un grupo de hambrientos y desarrapados, por lo que la Condesa echa a Gérard de la fiesta, junto al resto de los pobres. Cinco años después, ha pasado la revolución francesa, mutando en la Época del Terror. El Indredíbile espía y hace sospechoso a todo el mundo, tomando notas y “obseraviones del espíritu público”. Roucher, amigo de Chénier, está dispuesto a ayudarle a salir de Francia, ya que las cosas se han complicado para él, por quejarse de los abusos de la Revolución, y ha sido amenazado. Chenier recibe cartas extrañas escritas por una mujer. Mientras tanto, Gérard está buscando desesperadamente a Maddalena, de quien perdió rastro después de la revolución. Magdalena y Chenier se encuentran, se reconocen y se confiesan su amor. Gerard interrumpe con intención de arrebatar a Maddalena, Chenier ruega a Roucher que salve a Maddalena, mientras él se queda luchando con Gerard. Gérard cae herido, y le pide a Chénier que salve a Maddalena y que huya, porque ya está condenado por Fouquier-Tinville. Tiempo después, Gerard repuesto, insita al pueblo a donar sus pertenencias e hijos para el ejército. El Incredíbile se acerca a Gérar y le comunica que Chènier ha sido detenido, y que lo utilizará como cebo para que Maddalena llegue hasta él. Gérar hace una acusación formal contra Chenier, aun sabiendo que son mentiras. Firma el acta de acusación, la entrega en el momento en que ellega Maddalena para pedir por Chenier. Maddalena llega a ofrecer su cuerpo por salvar a Chenier, le relata a Gérard los sucesos que vivió (la muerte de su madrw, el incencio de su casa, su soledad junto a Bersi, su sirvienta y amiga) Gérard, conmovido, se da cuenta de la injusticia que ha cometido. Corre a intentar salvar a Chénier de las garras del tribunal, pero es imposible. La sentencia termina siendo la esperada: muerte al poeta.
En el calabozo, Chénier espera ser guillotinado pero para su sorpresa, Gérard lleva a Maddalena ante el poeta sobornando al carcelero para que ella ocupe el lugar de la condenada Idia Legray. El reencuentro es sobrecogedor. Finalmente, el carcelero nombra a los condenados, y ambos se conducen hacia la guillotina.