Incluso entre los contemporáneos, hubo voces del más alto elogio: sin duda, la "Médée" de Marc-Antoine Charpentier fue la obra posterior a la muerte de Lully -el fundador de la ópera francesa en la época del Rey Sol- en la que se reveló una habilidad especial.
A la luz de esta "Médée", se puede aprender mucho sobre el arte de la composición, sobre la interacción orgánica del texto y la música, sobre la realización de un acontecimiento trágico de múltiples capas, cuya grandeza y poder saben tocar directamente. La ópera de Charpentier es única en su combinación de clasicismo francés con belleza melódica italiana, singular también en su riqueza de expresión y de color tonal. Cada personaje adquiere un perfil nítido, al igual que el propio drama, cuya puesta en escena corre a cargo de Peter Sellars, con puentes desde los tiempos míticos hasta el presente, subrayando una vez más lo actual y eficaz que es para nosotros el mundo mítico de la antigua Grecia.