Orfeo y Eurídice, aunque son marido y mujer, se odian el uno al otro. Ella está enamorada del pastor Aristeo, que vive junto a ellos y Orfeo ama a Cloe, una pastora. Eurídice desa romper el matrimonio pero Orfeo, temiendo la reacción de la Opinión Pública, la atormenta para mantener apagado el escándalo usando música de violín, que ella odia.
Aristeo es en realidad Plutón, el dios de los infiernos, disfrazado. Plutón engaña a Eurídice para que caiga en la trampa y cuando ella muere, Eurídice descubre que la muerte no es algo tan malo cuando el dios de la Muerte está enamorado de uno. Descienden a los infiernos después de que Eurídice haya dejado una nota informando al marido. Todo parece ir bien para Orfeo hasta que la Opinión Pública se entera del asunto y amenaza con arruinar su carrera como maestro de violín a menos que vaya a rescatar a su esposa. Orfeo a regañadientes se muestra de acuerdo. Mientras tanto, a un Olimpo sumado en el aburrimiento llega Plutón contando las bondades del infierno. Los dioses se revelan y se burlan de la hipocresía de Júpiter. A la llegada de Orfeo, Júpiter anuncia que va a ir al infierno para aclarar las cosas. Todos se entusiasman con la idea y piden acompañar a Júpiter al infierno. Júpiter descubre el lugar donde Plutón escondió a Eurídice y se cuela por el ojo de la cerradura al convertirse en una mosca dorada. Encuentra a Eurídice al otro lado y se descubre, prometiéndole ayuda, porque ahora la quiere para sí mismo. Durante la fiesta que los dioses tienen en el Infierno, Júpiter planea robar a Eurídice, que está disfrazada de bacante, pero su plan se ve interrumpido por el llamado a la danza. Llegan Orfeo y la Opinión Pública, pero Júpiter tiene un plan: Orfeo no debe mirar atrás o perderá a Eurídice para siempre. La Opinión Pública lo vigila atentamente, para evitar que se deje engañar, pero Júpiter lanza un rayo que sobresalta a Orfeo y hace que mire atrás, de manera que todo acaba felizmente.