Hasta el roble sagrado llega en procesión el pueblo galo, seguido de los druidas, a cuyo frente viene su jefe, Oroveso, padre de Norma. Todos piden a los dioses que les conceda la victoria sobre los romanos y su retirada del país.
Pollione y Flavio, oficiales romanos, llegan también al bosque. Pollione, que ha mantenido relaciones ilícitas con Norma, gran sacerdotisa druida, y con la que ha tenido dos hijos, dice que ahora ama a una joven virgen del templo: Adalgisa. Pero Pollione presiente la venganza de Norma, mientras que, a la distancia, se oyen los cantos rituales de los druidas.
Los druidas dan la bienvenida a Norma, la cual anuncia proféticamente la caída de Roma. Después, corta una rama del muérdago sagrado y dirige su plegaria a la Luna, acompañada por Oroveso y el pueblo. Pero Norma no puede evitar que su pensamiento se desvíe a Pollione y el amor que sigue sintiendo por él.
Al terminal la ceremonia, Adalgisa se separa del grupo e invoca la protección de los dioses. Llega Pollione y la corteja; Adalgisa duda al principio, pero finalmente declara que ella también ama al oficial romano.
Norma, ahora en su morada con sus hijos, revela sus confusos y dolorosos sentimientos. Cuando llega Adalgista, pide a Clotilda, su confidente, que esconda a los niños. Adalgisa se acerca a Norma para pedir consejo ante su predicamento amoroso. Norma empatiza con Adalgista, ya que ambas quebrantaron el voto de castidad. Norma pregunta el nombre del amante, pero Pollione se presenta antes que Adalgisa pueda responder. La mutua decepción de las dos mujeres estalla apasionadamente. Finalmente se escucha a lo lejos el sonido del escudo sagrado que convoca a Norma para que hable a su pueblo.
De noche, Norma contempla a sus hijos dormidos a los que, en su penosa tortura, piensa dar muerte. Pero no se decide a hacerlo y envía a Clotilda en busca de Adalgisa, a la que muestra los niños y pide que se los lleve con ella cuando se marche a Roma con Pollione, porque ella, Norma, va a morir. Adalgisa, sin embargo, ruega a Norma que siga viviendo para sus hijos y le dice que va a devolver a Norma el amor de Pollione.
En el bosque de los druidas, Oroveso y el pueblo manifiestan su odio hacia los romanos, pero esperan que Norma comunique la decisión de los dioses para atacar a los romanos. Ésta, en el templo, sabe de labios de Clotilde que Adalgisa quiere renovar sus votos como sacerdotisa, pero que Pollione ha jurado arrancarla del altar. Norma hace sonar entonces, por tres veces, el escudo sagrado y los druidas al oírlo, vienen a escucharla. Clotilda llega presurosa con la noticia de que un romano que intentaba penetrar en el templo ha sido hecho prisionero. Se trata de Pollione. Norma, toma una daga e intenta darle muerte, pero no es capaz de descargar el golpe.
Norma está ahora junto a Pollione, quien rechaza la súplica de la mujer de que abandone a Adalgisa; entonces Norma jura que será quemado vivo con la sacerdotisa que lo ama, por haber quebrado sus votos.
El pueblo recibe la orden de preparar la pira, pero cuando preguntan a Norma el nombre de la sacerdotisa culpable, responde que es ella misma. El pueblo no quiere creerla, pero Norma insiste. Lleno de angustia, el pueblo prepara el sacrificio de Norma. Cuando traen a los niños, Norma pide a Oroveso que cuide de ellos. Pollione marcha a morir en la hoguera, y Norma lo sigue.
