En el escenario del teatro Weismann pronto a ser demolido, se realiza una reunión en honor a los espectáculos de revista del teatro en el pasado, y las hermosas coristas que alguna vez actuaron en ellos. El teatro, alguna vez reluciente, no es más que tablas y andamios. Los fantasmas de las jóvenes coristas van a la deriva en el escenario. Sally Durand Plummer, una antigua “Weismann girl”, es la primera en llegar, luego llegan Phyllis Rogers Stone, esbelta y elegante como antaño y su exitoso marido, Ben. Todos ellos son alcanzados por sus fantasmas jóvenes sin notarlo. También llega el marido de Sally, Buddy, un vendedor de poco más de 50 años. Finalmente, Weismann llega a darles la bienvenida a los invitados. Roscoe, el viejo maestro de ceremonias, presenta a las antiguas artistas. Entre los invitados se encuentran Max y Stella Dems, quienes perdieron su trabajo en la radio y pusieron un negocio en Miami; Solange La Fitte, una coquette aún vibrante tres décadas después; Hattie Walker, que ha sobrevivido cinco maridos más jóvenes que ella, Vincent y Vanessa, antiguos bailarines que ahora tienen una franquicia de Arthur Murray, Heidi Schiler, para quien Franz Lehár escribió alguna vez un vals y Carlotta Campion, una vibrante estrella de cine. A medida que los invitados van recordando, se desenvuelve la historia de Ben, Phyllis, Buddy y Sally. Phyllis y Sally eran compañeras de departamento mientras estaban en la revista, y Ben y Buddy eran mejores amigos en la escuela en New York. Cuando Sally ve a Ben, su antiguo novio, lo saluda tímidamente. Mientras, Buddy y Phyllis se unen a sus esposos recordando los viejos días de cortejo en el teatro, con sus recuerdos van apareciendo vívidamente la de sus contrapartes jóvenes. Cada uno está conmovido por la forma en que el tiempo y la vida los ha cambiado. Sally está maravillada por la vida glamorosa de Ben, pero él se cuestiona si tomó las decisiones correctas. Es claro que Sally sigue enamorada de Ben, incluso cuando se sintió herida al verlo casar con Phyllis. Ben se conmueve con el recuerdo de la Sally que una vez despreció. La relación de Phyllis y Ben se ha convertido en un desfile de agrias discusiones sin emoción. Sally ha vivido una vida decepcionante y nunca fue feliz con Buddy, aunque él siempre la adoró. Ben confiesa a Sally que su vida es vacía y la besa en el momento en que Buddy llega. Buddy, furiosom discute con Ben y deja a Sally soñando con un casamiento que nunca va a suceder. Ben, borracho, le hace una proposición a Carlotta, pero ella tiene un amante joven. Phyllis besa a un mesero, pero le confiesa que siempre quiso un hijo. Le dice a Ben que no puede volver a un matrimonio sin amor. Ben le contesta que quiere el divorcio. Las dos parejas y sus contrapartes jóvenes discuten de forma furiosa sobre cuán tontos fueron cuando jóvenes, y se ven transportados a un mundo de fantasía, “Loveland”, donde sus emociones reales e ilusiones afloran. Cuando ese mundo fantástico se desmorona, Buddy acompaña a una Sally emocionalmente devastada, mientras Phyllis ayuda a Ben a recobrar la dignidad antes de irse, todos con la promesa de buscar una solución luego. Sus fantasmales versiones jóvenes finalmente entran a la luz.