El Gran Teatro del Liceo de Barcelona es el teatro en activo más antiguo y prestigioso de Barcelona, especialmente como teatro de ópera, entre los que es considerado uno de los más importantes del mundo.
Situado en La Rambla de Barcelona, ha sido escenario, desde 1847, de las más prestigiosas obras, interpretadas por los mejores cantantes del mundo. Durante casi dos siglos, ha sido símbolo y lugar de encuentro del poder, la nobleza y burguesía catalanas, en los pisos inferiores, por un lado, mientas que los aficionados de las clases sociales menos adineradas compartían su pasión por la ópera en los pisos 4º y 5º, que hasta las últimas reformas tuvieron una entrada independiente por la calle de San Pablo.
En el año 1837, el 8º Batallón de Línea de la Milicia Nacional, nacida a imagen y semejanza de las milicias revolucionarias francesas, con el patricio Manuel Gibert Sans al frente, en su calidad de comandante, debía buscar sus propios fondos para su funcionamiento. A pesar de la elevada extracción de la mayoría de sus miembros, se encontraban en un difícil momento económico. El cabo Pedro Vives defendió, en una reunión celebrada en una lujosa vivienda de la calle de Escudillers, la idea de fundar un pequeño teatro en el que celebrar conciertos, funciones dramáticas y bailes, con los cuales recaudar fondos para, entre otras cosas, pagar la renovación de los ajados uniformes. La idea fue calurosamente acogida por todos.
El batallón puso manos a la obra para construir una sala con un aforo de 600 localidades, que pronto empezaría a hacer la competencia al Teatro de la Santa Cruz, que era el teatro oficial de Barcelona. La función inaugural de la sala, situada en el ex-convento de Montesión fue el 21 de agosto de 1837. La milicia fue disuelta el 14 de octubre de 1838, tras haberse apaciguado el país después de los disturbios y quema de conventos de la Revolución de 1835.
Para evitar la desaparición de la sala, que empezaba a tener su público, Manuel Gibert propuso la constitución del Liceo Filodramático de Montesión. La nueva sociedad fue autorizada por el Gobernador Civil de Barcelona. La finalidad de la nueva entidad era, por una parte, promover la enseñanza musical (de aquí el nombre de Liceo) y, por otra, la organización de representaciones escénicas de teatro de ópera, por parte de los alumnos.
La presencia del pujante Liceo Filodramático inclinó a los propietarios del Teatro de la Santa Cruz a cambiar su nombre por el de Teatro Principal. En 1838, la entidad cambió el nombre por el de Liceo Filarmónico Dramático de S.M. la Reina Isabel II. Los partidarios de una u otra sala, se les conocía como Cruzados y Liceístas, acogiendo los primeros a colectivos carlistas y más tradicionales, mientras que eran Liceítas los colectivos liberales y moderados. En ambos casos, se trataba de grupos sociales transversales en los que participaba gente de todas las clases sociales, como era tradición en la ópera en Barcelona.
La falta de espacio y las presiones de las monjas dominicas, antiguas propietarias del convento, que habían recuperado unos derechos que habían perdido, y reclamaban volver, motivaron que el Liceo Filarmónico Dramático de S.M. la Reina Isabel II abandonara el Convento de Montesión en 1848. A cambio, le fue concedida la compra del edificio del Convento de los Trinitarios, situado en el centro de la Rambla de Barcelona. Inmediatamente se iniciaron los trabajos de demolición de este convento para edificar un nuevo edificio capaz de acoger todas las actividades del Liceo.
La construcción del Gran Teatro del Liceo se tuvo que hacer mediante las aportaciones de accionistas particulares, según una estructura similar a una sociedad mercantil. Este hecho condicionó hasta la estructura del nuevo edificio, falto, por ejemplo de palco real. Dada la gran afición que había en Barcelona, el teatro que se construyó era el de mayor aforo de Europa, y lo fue durante más de un siglo. Aún hoy, con la reducción del aforo a la mitad del inicial, pero con la comodidad de tener todas las plazas sentadas, el Liceo es uno de los teatros de ópera con mayor aforo de toda Europa, detrás sólo de aquellos más recientes como la Opera de la Bastilla (2.703 butacas).
La Sociedad del Gran Teatro del Liceo tiene el origen en el año 1837, pero no fue hasta el año 1844 cuando Joaquim Gispert, socio impulsor de la sociedad Liceo Filarmónico de Montesión, compró el antiguo convento de los trinitarios descalzos de la Rambla para construir un nuevo teatro. En la primera autoría arquitectónica intervinieron Joaquim Gispert, su hijo Frederic, que era ingeniero, el maestro de obras Francesc Batlle y Francesc d'Assís Soler, entre otros, pero fue Miquel Garriga i Roca el arquitecto encargado de la construcción del Liceo. Las obras se iniciaron el 11 de abril de 1845, y el Teatro se inauguró el 4 de abril de 1847.
El edificio fue destruido en gran parte por el incendio del año 1861, salvándose, como en el siguiente incendio, la entrada y el salón de los espejos, conocido entonces como El Vergel que, junto con la entrada desde la Rambla, es lo único que queda del primitivo teatro. Tras el incendio de 1861, los gestores del Liceo Filarmónico Dramático de S.M. la Reina Isabel II encargaron a Joaquín de Gispert y de Anglí un proyecto que hiciera viable la construcción del nuevo edificio. Este proyecto preveía la creación de dos entidades: la Sociedad de Construcción y la Sociedad Auxiliar de Construcción. Los accionistas de la primera obtenían, a cambio de sus aportaciones económicas, el derecho de uso a perpetuidad de algunos palcos y butacas del futuro teatro. En cambio, los de la segunda aportaban el resto de dinero necesario a cambio de la propiedad de otros espacios del edificio. La Sociedad Auxiliar de la Construcción sería el origen del Círculo del Liceo. Actualmente, tras la re-ordenación jurídica que se acordó en 1994 para poder afrontar su rehabilitación, el Liceu es un teatro de titularidad pública, propiedad de las cuatro principales administraciones presentes en Barcelona: la Generalidad de Cataluña, el Ayuntamiento de Barcelona, la Diputación de Barcelona y el Ministerio de Cultura de España.
La administración es gestionada por la Fundación del Gran Teatre del Liceu, que ha contado con la incorporación, además de las citadas instituciones, del Consejo de Mecenazgo y la antigua Sociedad del Gran Teatro del Liceo.
Debe resaltarse que en el mismo edificio convive junto al teatro, el Conservatorio Superior de Música del Liceo y el Círculo del Liceo, una sociedad civil privada independiente creada en el año 1847, propietaria de un sector del edificio que no ha sido afectado por ninguno de los incendios y que conserva su decoración modernista como ejemplo de la implicación de la burguesía catalana en las actividades culturales.
El teatro fue reconstruido en sólo un año bajo la dirección de Josep Oriol Mestres. Después sufrió el atentado anarquista de 1893, la conocida como Bomba del Liceo. y, más recientemente, el gran incendio de 1994.
Tras el incendio de 1994, el teatro fue reconstruido, siguiendo el proyecto y la dirección de los arquitectos Ignasi de Solà Morales, Xavier Fabré y Lluís Dilmé, y se volvió a inaugurar en el año 1999. La reconstrucción respetó el ambiente de la sala y amplió considerablemente el escenario para adaptarlo a las más modernas especificaciones, para lo que hubo que demoler diversas casas que rodeaban el teatro.
Desde el punto de vista arquitectónico cabe destacar el vestíbulo, la escalinata, el salón de los espejos (El Vergel)y la reconstrucción de la sala con el mismo estilo decorativo, mientras que desde el punto de vista urbanístico el edificio se puede considerar uno de los hitos arquitectónicos más relevantes de la Rambla de Barcelona.
El Liceo tiene doce niveles, tres fachadas y una medianera, y dispone de una cubierta plana en el extremo triangular de las Ramblas con la calle de San Pablo y otras cubiertas planas a diferentes niveles en el resto del nuevo edificio.