Pese a sus años, el rico Don Pasquale ha decidido casarse y desheredar a su sobrino Ernesto, quien se niega a tomar por esposa a una viuda que el tío le propone. Ernesto argumenta que tiene su palabra empeñada con Norina. El doctor Malatesta, amigo y confidente de Ernesto, y médico de Don Pasquale, en conocimiento de los deseos del viejo, se propone escarmentarlo y le ofrece por esposa a su hermana Sofronia, que vive en un convento. Don Pasquale, ilusionado, acepta y da la noticia a su sorprendido sobrino. Malatesta propone a Norina hacerse pasar por Sofronia, y fingir con la ayuda de un primo suyo como notario, el casamiento con el viejo. Así, Malatesta presenta a “Sofronia” a Don Pasquale, y Norina despliega un abanico de armas de seducción, presentándose modesta y tímida. Ernesto entra a despedirse de su tío, pero al ver a Norina queda completamente sorprendido y desilusionado. Pero al instante Malatesta le pide que confíe en él y lo hace. Firma como testigo de “el casamiento” de su novia y su tío, e inmediatamente la farsa continúa. Norina pasa de la fingida timidez a la arrogancia y el depotismo, gastando el dinero del viejo y dándole órdenes implacable a Don Pasquale, e incluso amenazándolo. Don Pasquale se arrepiente terriblemente de haber evitado el matrimonio de su sobrino con Norina. Esta deja caer “accidentalmente” una carta donde es citada por un supuesto amante para esa noche en el jardín. Don Pasquale manda a llamar al médico para que lo ayude a deshacerse de su inquietante esposa. Emboscan a Sofronia, pero ella niega todo. Don Pasquale desespera y Malatesta le propone hacerse cargo de la situación: Que Ernesto se case con Norina con una pensión anual. El viejo acepta, todo con tal de sacarse a Sofronia de encima. Allí le revelan el engaño y aunque un poco sorprendido, no tarda en aceptar el matrimonio de Norina y Ernesto después del infierno que ha vivido.