El Conde de Almaviva se ha enamorado de Rosina, una joven que vive en su casa encerrada por su tutor, el doctor Bártolo, que pretende casarse con ella por su dote. Para poder acercarse a ella, el Conde recibe la ayuda de Fígaro, el barbero, que tiene entrada libre a la casa de Bártolo, donde desempeña múltiples tareas. Luego de un breve acercamiento a Rosina, donde el Conde se presenta como “Lindoro”, un estudiante (con la intención de que se enamore de él y no de su título), dos son los intentos del Conde de acercarse a Rosina bajo la tutela del barbero: primero como un Soldado y luego como Don Alonso, un maestro de música pupilo de Don Basilio (el maestro de música real de la muchacha, y aliado de Don Bartólo).En el segundo encuentro, aprovechando el descuido de Don Bártolo , concuerdan la fuga de Rosina. Bártolo, sin embargo, se apresura a decirle a Rosina que Lindoro solo quiere entregarla en manos del Conde de Almaviva. Rosina, desengañada, en un principio cree a Bártolo, y cuando Fígaro y el Conde van a buscarla le reprocha la actitud a Lindoro, que le revela finalmente que es la misma persona. Llega Don Basilio con un notario, traído para el casamiento de Rosina con Bártolo. Sin esperar más, y con el propio Don Basilio como testigo (comprado por el Conde de Almaviva), el Conde y Rosina se casan. Para cuando llega don Bártolo, que había incluso sacado la escalera del balcón para evitar la huída, el hecho está consumado y sólo puede resignarse.