Fiesta en el palacio de Herodes Antipas, tetrarca de galilea. Asisten su mujer Herodías (antigua mujer del hermano del rey) y Salomé, hija de Herodías y por tanto sobrina de Herodes. El rey está prendado de los encantos de la joven. En el patio del palacio el guardia sirio Narraboth monta guardia. Él está enamorado secretamente de Salomé. En la lejanía se escuchan las voces de un profeta que ha sido encarcelado por Herodes: se trata de Jokanhan (Juan Bautista) quien clama el incesto que ocurre en palacio. Dos soldados escuchan sus palabras y las comentan entre ellos. El paje de Herodías (quien ama en secreto al guardia sirio) le reprocha a éste su amor hacia la princesa. En ese momento sale Salomé quien escucha las voces del prisionero. Desea verlo, pero Narraboth se lo impide. Ésta utiliza sus encantos para convencer al sirio, quien finalmente accede y le muestra al prisionero. Cuando Salomé lo ve, queda prendada de él e intenta seducirlo, por lo que es rechazada por el profeta quien además la incluirá en sus diatribas contra la familia real. Tras contemplar la escena de lo que está sucediendo, Narraboth se suicida al darse cuenta de que ha traicionado a su rey y de que su platónica amada no le corresponde. La pareja real sale al patio. Se vuelven a escuchar las diatribas del profeta. Herodías pide a Herodes su ejecución, cosa que provoca el debate teológico de 5 judíos que en esos momentos acompañan al séquito real. Herodes se acerca al prisionero y le escucha hablar del “Salvador del Mundo”, esté intrigado le pregunta sobre el personaje en cuestión, circunstancia que es aprovechada por unos nazarenos para hablar de los milagros de Cristo. Herodes sigue obsesionado por Salomé y le pide que baile para él, ésta que hasta entonces no lo había hecho, se decide y baila ante él la danza de los siete velos hasta quedar desnuda. Herodes, extasiado por la contemplación le dice que puede pedir lo que quiera que le será concedido. Ésta pide la cabeza del profeta. Herodes por más que intenta zafarse de su promesa no lo consigue y debe acceder. Herodías está contenta con la decisión, no obstante cuando le es entregada a Salomé la cabeza del profeta, ésta se lanza a besarlo en la boca. Situación que repulsa a los asistentes a la fiesta, hasta el mismo Herodes que pide que la princesa sea aplastada bajo los escudos de los soldados.