El Teatro Popular Melico Salazar es un teatro público costarricense, declarado patrimonio cultural, y con capacidad para 1.180 espectadores. Es propiedad del Ministerio de Cultura y Juventud de Costa Rica desde 1980.
El terreno fue comprado por el español José Raventós, quien con el sueño de poder reproducir zarzuelas y operetas, se decide utilizar el terreno para la construcción del actual teatro. José Fabio Garnier Ugalde, Dramaturgo y arquitecto, diseña el teatro.
La construcción se da el día 8 de febrero de 1927; para concluir con la inauguración el 7 de octubre de 1928 con la representación de la Compañía de Operetas de Esperanza Iris. En el año 1960 se le agrega una nueva galería, también se le incluye una nueva pantalla para cinemascope. Unos siete años después, en 1967, la madrugada del 23 de abril se da un incendio que destruye la sala.
A principios de la década de los setentas, el Ministerio de Cultura, Juventud, y Deportes, surge con la idea de comprar el teatro y renovarlo, lo cual logra alcanzar un tiempo mas tarde. En diciembre de 1981 se da una preinauguración del teatro, pero poco después se cierra el acceso al publico para terminar la restauración.
La reinauguración se da el 6 de marzo de 1985; y el 7 de abril del año siguiente , el diario oficial del gobierno, "La Gaceta", anuncia la ley 7023 que le da al Teatro Melico Salazar la posición de "Institución cultural especializada" del Estado Costarricense.
El edificio del Teatro Popular Melico Salazar se encuentra construido en concreto armado y mampostería de ladrillo, técnica constructiva de la que fue pionero en el país. Su arquitectura es de tipo neoclásico tardío muy libre con respecto a los cánones académicos, en concordancia con otras obras de Garnier. Sus fachadas son de orden gigante y estética corintia, con un pedestal a escala humana por donde se abren las puertas y las ventanas a nivel de la acera. En el segundo piso, cuenta con balcones balaustrados sostenidos por mascarones, que se alternan con otras ventanas. Sus relieves decorativos son de corte modernista, obra del catalán Gerardo Rovira, en cuyo taller se hicieron los frisos, capiteles y modillones.
En el edificio destacan las tallas que adornan los frontones curvos de los accesos principales que dan a la Avenida Segunda y la Calle Central: dos musas flotantes se reúnen alrededor de un arpa, en medio de motivos florales barrocos. Figurillas masculinas, que parecen estar en medio de un coloquio, se repiten continuamente en el friso.
En la actualidad, se considera a este edificio uno de los iconos patrimoniales histórico-arquitectónicos de Costa Rica.